Estas actividades las realiza mejor un equipo pequeño compuesto por miembros con funciones cruzadas. Las cuestiones que
suelen ser arquitectónicamente significativas son la utilización, el rendimiento, la escala, la sincronización de
procesos y hebras y la distribución. El equipo debe contar con miembros con experiencia en dominios que puedan
identificar las abstracciones fundamentales. El equipo también debe tener experiencia en la organización de modelos y
las capas. El equipo debe poder conseguir elaborar una arquitectura que reúna todas estas hebras tan dispares de forma
coherente (aunque sea de forma preliminar).
Como el centro del esfuerzo en arquitectura se está desplazando hacia las cuestiones de implementación, debe prestar
una mayor atención a las cuestiones tecnológicas específicas. De esta forma se obligará al equipo de arquitectura a
ampliarse o a que cambie sus miembros para que cuente con expertos en distribución y despliegue (si tales cuestiones
son arquitectónicamente significativas). Para comprender el impacto potencial de la estructura del modelo de
implementación sobre su facilidad de integración, es de gran utilidad disponer de experiencia en el proceso de gestión
de las compilaciones de software.
De la misma forma, es esencial que el equipo de arquitectura no esté compuesto por demasiados miembros. Una estrategia
para contrarrestar esta tendencia es mantener un equipo principal relativamente pequeño con un grupo satélite de
miembros suplementarios que se incorporan puntualmente como "consultores" ante cuestiones concretas. Esta
estructura también funciona bien para proyectos más pequeños en los que otra empresa puede prestar o contratar una
especialidad concreta; pueden incorporarse a medida que deben abordarse aspectos concretos.
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